Una de las cosas que más he trabajado a lo largo de mi vida y que sigo aprendiendo día con día es a saber soltar. Y por supuesto que no hablo de soltar, cómo "rendirse" o "darse por vencido", sino a la decisión consciente de optar por ponerle punto final a una historia que no nos lleva a ningún lado, o peor aún, que nos llevan a lugar obscuro.

He aprendido a soltar personas, amistades y parejas, principalmente a aquellas a quienes de manera precipitada idealice y que cuando la realidad me alcanzó entendí que mis fantasías solo son eso y que nadie tiene la obligación ni la capacidad de cumplirlas por mi.

Solté la necesidad de agradar a todo el mundo, de hacer, pensar y hasta sentir lo que se suponía que debía para no comprometer la estabilidad de quienes a su vez me había idealizado a mi, quizás cómo hijo, como hermano, como amigo y también como pareja.

No soy un precursor del concepto de "amor propio" por que pienso que si "amor" es subjetivo, "amor propio" es incluso, abstracto y sobre todo individual, así que definiciones de ello hay, como personas habitan en el mundo, no obstante, pienso soltar es una buena forma de amarse.

Soltar crea espacio en nuestro interior, y nos da la posibilidad de llenar ese espacio con algo nuevo. Soltar no es fácil, no es rendirse, no es darse por vencido, no es ser débil, no es ser inmaduro, no es ser incapaz y tampoco es ser vale madrista, soltar desde mi perspectiva es simple y sencillamente continuar.